Recorriendo una historia de vida, la de mi madre Carmen Amelia Canchignia, quien la mayor parte de su vida dedico a deleitar el paladar baneño con la fritada, picante, caldo de pata y en sus buenas épocas hasta con la morcilla, que muchos recuerdan hasta ahora con nostalgia todo lo que preparaba Doña Carmencita como la llamaban. Es un compromiso enorme tomar sus pailas y seguir sus pasos y es una satisfacción poder cumplir un sueño