Rectoría Santa Teresa

Localizada en la 9ª. avenida y 4ta. calle de la zona 1, la Iglesia y Convento de las Monjas Carmelitas Descalzas se construyó desde los tiempos pre-independentistas; en el área conocida como la manzana 744 de la Nueva Guatemala de la Asunción, radicada en la Capitanía General de Guatemala por cerca de dos siglos.

El 19 de febrero de 1677 la Autoridad Eclesiástica dio permiso a las fundadoras para salir del convento. El 26 de febrero dejaron la clausura de Santa Teresa de Lima. El 25 de mayo de 1677 llegaron a Santiago de Guatemala y el 29 de septiembre de 1677 tomaron posesión de su convento e iglesia provisional. A raíz del terremoto de Santa Marta, el 29 de julio de 1773, se destruyó la ciudad de Santiago. El 14 de enero de 1774 se celebró en el Cerrito del Carmen la misa del Espíritu Santo con asistencia de los vocales que debían decidir con su voto la suerte final de la Ciudad destruida. Deciden abandonar la Ciudad de Santiago de la Caballeros del Valle Panchoy por una nueva en el Valle de la Ermita de la Virgen. Se obliga a toda la población a trasladarse de la ciudad derruida al lugar escogido. La Madre Priora de las Carmelitas autoriza un Síndico para que fuera a recibir el sitio señalado en el lugar escogido para hacer la ciudad. Las Carmelitas se quedaron con la manzana 738, lugar como se le comunicó a la Priora, debía construir el monasterio.

El traslado de las Carmelitas a la Nueva Guatemala de la Asunción se verificó a fines de 1779 o principios del siguiente, siendo Priora la Madre Micaela Manuela de la Concepción. La Comunidad Teresiana se hallaba en un período de grande florecimiento regular, debido a la sólida virtud, claro talento y raras dotes de gobierno de algunas de sus preladas; entre las cuales merecen destacarse la Madre María Teresa Aycinena y la Madre Adelaida de Santa Teresa.

Todavía se recuerda en Guatemala el temple de acero que adornaba a la Priora de las Carmelitas que protestó contra el Gobierno del General Barrios por el decreto del 17 de febrero de 1874 que obligaba a las cinco comunidades de religiosas a reunirse en el convento de Santa Catalina Mártir.; ciento treinta y tres monjas se juntaron en este monasterio y el 23 del mismo mes fueron forzadas a dejar la clausura; el 3 de marzo apareció la orden que salieran de él inmediatamente todas ellas, so pena de ser fusiladas, en el caso de contravenir las disposiciones gubernamentales. Dicen los historiadores del Carmen que blanco de esta persecución fue la Madre Adelaida. Permaneció oculta por algún tiempo para poder esconderse de las iras del tirano. Pasado algún tiempo, pidió audiencia y el General Barrios se la concedió. Amiga de ir al fondo de la cuestión, sin rodeos ni paliativos, pidió al Presidente le devolviera el convento. Dicen que el Presidente Barrios estuvo a punto de concederle cuanto pedía la tan famosa Priora de las Teresa; pero, el Secretario intervino rápido en el diálogo, contestando a sí: “Señora, la expulsión ha sido obra de un decreto y sería muy imprudente revocarlo casi al día siguiente de haberlo dado”. La Madre supo contestarle con toda serenidad: “Dispénseme, señor, pero yo hablo con el Presidente y espero de sus labios una contestación favorable.” A pesar de su activa y valiosa intervención, la comunidad de las Carmelitas tuvo de correr la misma suerte que las demás religiosas: la expulsión y el destierro. Según los datos estadísticos de las Carmelitas de Guatemala la última que profirió sus votos religiosos el 8 de octubre fue la Hermana María del Espíritu Santo. Las religiosas que profesaron en los dos conventos Teresianos de este reino fueron ciento treinta y una.

Por muchas décadas el convento pasó de manos a manos con varias instituciones: desde asilos y una cárcel para mujeres. Hasta que fue devuelta la antigua Iglesia a mediados del siglo XX a los padres carmelitas que empezaron la reconstrucción del Templo de Santa Teresa de Jesús; pero no así, el antiguo convento. Con el apoyo de la feligresía lograron erigir uno de los templos icónicos del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala.

Muchas precariedades han sucedido desde la destrucción nuevamente del Templo de Santa Teresa, por el terremoto del 4 de febrero de 1976, en el que la nueva reconstrucción vino a reforzar las columnas del edificio, así como la de sus fieles que vieron aumentados la fe de sus devotos.